El partido de ayer nos ofreció las dos caras de la medalla. Iniesta fue otra vez el MVP del partido. Y es que sigue tocado por los hados del fútbol. No sólo aparece cuando se le necesita para dirigir, controlar, pasar y defender. Además ofrece jugadas que sólo los maestros pueden hacer. Por ejemplo, el sombrero que hizo o la asistencia del tercer gol.
Arda Turán fue la cruz. El crack del Barça no tuvo su día y lo pagó Turquía. Abucheado por su propia afición se escondió en el papel de organizador del juego desde la defensa. No se le vio correr. La mayor parte del encuentro ando como ánima en pena. Se dedicó sobre todo a intentar responder a quienes le reprochaban su actuación. Un error. Y una lástima, en un jugador de su calidad. ¿Estará ya haciendo las maletas para China?
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