Falsificar tiene un precio

Tener la camiseta de tu equipo se ha convertido hoy en día en casi una obligación para cualquier persona que se quiera considerar aficionado de un club o jugador. Las camisetas de fútbol son un objeto muy preciado, con un valor que traspasa lo material y adquiere un matiz sentimental. La camiseta de tu ídolo es mucho más que una camiseta, es LA camiseta. A raíz de la importancia que han adquirido estos elementos en el fútbol profesional, no es de extrañar que hoy en día podamos encontrar tiendas oficiales de los mejores equipos del mundo en los lugares más emblemáticos de su ciudad. El PSG tiene una tienda en los mismos Champs Elysees y el Barcelona tiene una en Plaza Cataluña, y es que todos los aficionados quieren tener la camiseta de su equipo, aunque no todos están dispuestos a pagar el precio que les piden por ella.

Por poner un ejemplo, comprar la camiseta del F.C.Barcelona con el nombre de Messi a la espalda y el número 10 debajo del mismo, cuesta en la tienda oficial del F.C.Barcelona 120 euros. Un precio muy por encima del que muchas personas pueden permitirse pagar en los tiempos que hoy en día vivimos. Por ello, no es de extrañar que las mafias que se dedican a la falsificación hayan decidido centrar sus esfuerzos en reproducir, prácticamente a la perfección, las camisetas de los mejores equipos del mundo. Las camisetas del Barça, el Madrid o el PSG forman ya parte de la mercancía natural de los top manta, que venden copias de las camisetas oficiales a un precio cuatro veces inferior. Ante esta situación, es normal que una persona desee comprar la imitación y de esta manera ahorrarse nada menos que 90€. Sin embargo, falsificar tiene un precio. Tal y como ha apuntado recientemente la Oficina de Armonización del Mercado Interior más conocida como OAMI, las falsificaciones deportivas en la Unión Europea, lo que no sólo incluyen camisetas de fútbol sino materiales y elementos de otros deportes como el baloncesto o el tenis, llegaron en el 2014 a la cifra de 500 millones de euros anuales, lo que supone un 6,5%  del total de las ventas de este sector. Una suma de dinero más que apreciable. Y es que no sólo debemos tener en consideración los costes directos, que son las pérdidas derivadas de la no venta como causa de la compra de la mercancía falsificada, también debemos considerar los costes indirectos que la OAMI cifra en 510 millones anuales y la repercusión en la Hacienda Pública, que se produce por el hecho de que los vendedores de productos falsificados no declaran sus ventas y por las pérdidas que tienen las empresas que se dedican a esta actividad. En este sentido, de los 500 millones de euros anuales que la OAMI estima que pierden los países de la Unión Europea de forma directa, España es el segundo país que más ingresos pierde (76 millones de euros) por detrás de Francia (82 millones de euros).


Con este estudio, que podéis leer al completo aquí (https://oami.europa.eu/tunnel-web/secure/webdav/guest/document_library/observatory/resources/research-and-studies/ip_infringement/study3/sports_reports_es.pdf), queda claro que las falsificaciones hacen mucho más daño de lo que podemos pensar a la industria y a la economía de nuestro país y de la Unión Europea. Ahora bien, intentar convencer a la gente de que pague 120 euros en vez de 30 por adquirir una camiseta de fútbol no parece la mejor manera de conseguir solucionar el problema. Acabar con las mafias de falsificadores y adoptar precios más populares para unas camisetas tan queridas podría ser una solución a un problema más grave del que nos pensamos. Falsificar tiene un precio que pagamos entre todos.  


Siguiente
« Prev Post
0 Comentarios