Los peores 90 minutos de la era Luis Enrique
no podían darse en otro sitio que en San Sebastián. Ni Guardiola, ni Tito, ni el Tata, ni Lucho… ni uno de los últimos 4 entrenadores del Barça han
conseguido llevarse una victoria en este campo. La última, fue en la época de
Rikjaard, cuando Ronaldinho aún prefería la pelota que los cubatas y Messi
empezaba a despuntar jugando pegadito a la banda. Miren si queda lejos, que en
aquella última victoria el bueno de Leo fue sustituido por Oleguer Presas.
Sin embargo, tengo la sensación de que ayer
el Barcelona hubiese dado lástima aunque el rival hubiese sido la Ponferradina
o el Guadalajara. El Barça demostró que no tenía ganas, ni intensidad y lo que
es peor, ni fútbol. Y es que más allá de la actitud, lo que empieza a ser
preocupante en este equipo es la falta de juego. Los éxitos de este club siempre
se habían sostenido en su maravillosa habilidad por jugar el balón, por
mantener la posesión con sentido, por hacer perseguir al rival una pelota que
sabían que existía pero que nunca veían. La evolución que Lucho introdujo al
juego culé durante su primera temporada lo hacía más vertical, más rápido y
veloz, pero siempre sabiendo que es a través de la pelota que se consiguen los
éxitos. Sin embargo, parece que el matiz evolutivo se está convirtiendo en
filosofía, algo que sólo le puede traer desgracias a este equipo. Ayer, lo más
triste de todo, fue ver como el medio campo azulgrana se fundía como un helado
en pleno verano. Busquets, Rakitic, André y luego Denis jugaron al partido de
los despropósitos. Cada vez que Neymar tenía la pelota miraba a sus lados para
buscar un pase, una pared, un algo que hacer con el balón, pero sólo veía jugadores
realistas. Los medios no estaban donde tocaban, no sabían adónde ir y cuando
tenían el balón no sabían que hacer con él.
A todo ello, Messi intentaba otra vez hacerlo
todo, bajar a la media para dar pases y subir al centro del ataque para
rematarlos. Con Luis Suárez mareado entre tanto despropósito y un Neymar
desesperado, la MSN rascó un empate de un partido en el que el Barcelona no mereció
ni un solo punto. Pero más allá del resultado, el Barcelona debe de recordar
por donde han pasado todos sus éxitos. No olvidar que es a través del balón por
donde se han ido llenando las estanterías de títulos. Un balón que ayer fue
realista y que si esto sigue así, empezará a ser más veces del equipo rival que
del equipo culé.
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