El caso del White Star de Bruselas: Miopía Sociopolítica indignante

Hoy les hablaré del White Star de Bruselas. Es un ejemplo de miopía política indignante. La razón es que se ha desaprovechado una gran oportunidad de aportar esperanza a un barrio marginado y rebajar la tensión que reina en la sociedad europea.

Conocí la historia de este club a través de un artículo de Álvaro Sánchez titulado “Molenbeek quiere ser de Primera”, que publicó El País el 17 de mayo de 2016. Es un club de fútbol ubicado en el barrio de Molenbeek en Bruselas; barrio tristemente famoso por su vinculación con el terrorismo internacional. Hassan el Haski y Salah Abdeslam, terroristas relacionados con los atentados de Madrid en 2004 y París en 2015, vivieron allí.

Esta temporada ha jugado en la segunda división belga. Empezó el campeonato perdiendo y con una media de 150 espectadores por partido. Después enderezó el rumbo y comenzó a ganar partidos. Fue escalando posiciones y ha acabado la temporada en los primeros puestos, con una asistencia media de 2000 personas por partido. Ha logrado en la cancha una de las posiciones que permiten subir a primera. ¿Se imaginan la ilusión de los vecinos del barrio? ¿y el ejemplo para los niños de su escuela de fútbol?


Desafortunadamente ha perdido la plaza de ascenso en los despachos. La razón: dudas sobre la viabilidad económica. La federación belga de fútbol le ha denegado la licencia para jugar en Primera y le ha enviado a la Tercera División. A buen seguro la decisión se ajusta a Derecho. Probablemente el White Star no cumplía los requisitos para conseguir la licencia administrativa que le permitía disputar la primera división belga. Apoya esa impresión el hecho que los tribunales de justicia hayan confirmado la resolución administrativa. Y, claro, no procede hacer una excepción para no sentar un mal precedente.

Me indigna que ningún ente público local, nacional, regional o internacional haya aportado la financiación necesaria para convertir un sueño en realidad y que no exista ninguna partida presupuestaria para ayudar al club de Molenbeek. Y no faltaría una justificación razonable: ayudar a un área económicamente deprimida (el paro ronda el 30%, y aumenta hasta el 40% si tomamos en consideración sólo los jóvenes), promover el deporte, prevenir la expansión del terrorismo, etc. Igualmente me sorprende que ninguna empresa haya visto la oportunidad publicitaria de patrocinar a este equipo. O que otros clubes no hayan tenido sensibilidad suficiente para ayudarle. ¿Se imaginan al White Star disputando el Gamper, el Santiago Bernabéu o el Ramón de Carranza?

Es una lástima que la miopía sociopolítica nos haya privado de revivir otro cuento de la cenicienta como el del Leicester.
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