El fichaje de Odegaard por el
Real Madrid ha puesto punto y final a un culebrón bien particular. Y es que
esta vez, a diferencia de lo que suele suceder en el mundo del fútbol, ha sido el propio jugador quién ha
provocado todo tipo de rumores y especulaciones sobre su futuro. El
mediocentro noruego se ha pasado este último mes viajando por Europa, viéndose y
entrenándose con los mejores clubes (Bayern, Chelsea, Manchester United,Barça...), para ver qué equipo le ofrecía la mejor oferta, lo que ha provocado
todo tipo de noticias sobre cuál sería su destino final.
La primera reflexión que podemos
extraer de "la ruta Odegaard",
es que algo ha de tener el jugador si los mejores clubes del mundo le han
dedicado un poco de su preciado tiempo en intentarlo fichar. Al final, como bien es sabido, el jugador se decidió
por el Real Madrid: entrenará con el
primer equipo, jugará con el Castilla y
cobrará dos millones de euros por temporada. Además, el padre venía de
regalo y ha sido integrado en el organigrama deportivo blanco. Lo bueno, es que el club blanco no ha tenido que
realizar una gran inversión (ha costado 5,6 millones de euros) por un jugador
que dentro de unos años podría valer millones. Y es que los fichajes de jugadores tan
jóvenes, Odegaard sólo tiene 16 años, son una inversión de riesgo y se compensa
en el precio, que es mucho más pequeño.
Con el fichaje de la perla
balcánica, sumado al de Marco Asensio y al del mediocentro brasileño Lucas Silva, que hemos conocido este fin de semana, el Real Madrid recupera una
política de fichajes basada en fichar talento joven a bajo precio. De esta manera, el club se gasta muy poco
dinero en muchos fichajes, y con sólo que uno de ellos le ofrezca un buen
rendimiento, consigue rentabilizar y amortizar el resto de las inversiones.
Para el club blanco, esta política de
fichajes no es nueva aunque la ha tenido olvidada durante unos cuantos años por
culpa de algunos fracasos. Y es que no
siempre todos los fichajes de jóvenes promesas acaban saliendo bien. Ejemplo de
ello fue el fichaje de Sergio Canales cuando jugaba en el Racing de Santander,
que acabó convirtiendo al niño prodigio del fútbol español en un jugador del
montón. El Madrid hizo el ridículo con su contratación y el joven jugador
cántabro perdió la fe en su juego, en una experiencia que sólo le trajo dolores
de cabeza. Por ello, no es de extrañar que los primeros comentarios de
algunos aficionados con poco aprecio por
el club blanco hayan sido: "Bienvenido, Canales 2.0".
Y es que este tipo de
contrataciones tienen el hándicap de que nunca sabes qué tipo de jugador has fichado
hasta que no lo ves jugar. Aun así, no es de extrañar que el Real Madrid haya
vuelto a este tipo de contrataciones, ya que también hay experiencias de éxito
en el club blanco. Un ejemplo es la del central Raphael Varane, un jugador proveniente
del Lens francés y que costó 10 millones de euros, un precio muy bajo en
comparación con los 40 millones que debe
valer ahora. El tiempo dirá si Odegaard,
Asensio y Lucas Silva son Canales o Varanes.
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