La Liga Adelante se ha convertido en la noria del fútbol. Acertar los resultados es un acertijo que ni el mismo Pitágoras sería capaz de descifrar. Nadie sabe qué pasará, los partidos son como una ruleta rusa, cualquier equipo es capaz de ganar sea cual sea el rival. Ni tan siquiera las casas de apuesta se atreven a dar favoritismos cuando establecen sus cuotas y la máxima de que no hay rival pequeño se cumple a la perfección.
Entre el primero (Eibar) y el último (Girona) hay tan sólo 19 puntos de desventaja y 20 equipos de por medio. La situación es tan pareja que perder dos partidos seguidos puede significar descender más de cinco puestos en la tabla de clasificación. Los entrenadores pasan del halago a la destitución en pocas semanas y la mayoría de los equipos han sufrido un cambio de entrenador. Por ello, este año, los play-off por el ascenso que jugarán del tercero al sexto clasificado se auguran más apasionantes e imprevisibles que nunca. Quedan aún 15 jornadas por disputarse y no hay ningún equipo capaz de intuir donde estará en la jornada 42.
La incertidumbre se ha apoderado de una liga en la que, a diferencia de su hermano mayor, no existen los equipos grandes y los equipos pequeños. La crisis ha igualado los presupuestos y ha convertido esta liga en la más igualada del viejo continente.
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