A principios de esta semana, la prensa informaba de
que el Everton cedía a Gerard Deulofeu al AC Milan. La noticia me sorprendió: ¡uno
de los grandes de Italia (18 títulos de liga), y un histórico de la Champions
League (7 Ligas de Campeones), tiene que nutrirse con los descartes de la clase
media de la Premier! No es que el
canterano del FC Barcelona sea un mal jugador. Al contrario, me parece una promesa.
Sólo espero que tenga la cabeza suficientemente bien amueblada para convertirse
en el gran jugador que apunta.
¿Pero el equipo que maravilló al mundo con su
trio de holandeses (Van Basten, Gullit y Rijkaard) pone sus esperanzas en un jugador
que no sirve para el Everton? ¿El equipo que sedujo a Europa bajo las ordenes
de Arrigo Sacchi primero (5-0 al Madrid en la semifinal de la Champions 1988/89)
y de Capello después (4-0 al Barça en la final de la Champions 1993/94) no puede
contratar un jugador de primer orden mundial?
Sí, ya sé lo que estarán pensando:
es
la economía, estúpido. De acuerdo; es cierto. El futbol se ha convertido en un negocio global, donde el dinero es lo primero, como recordaba Pablo Sitges en una entrada reciente ("El fútbol y su burbuja"). Pero ¿qué quieren que les diga? Sólo se me ocurre: ¡porca miseria!
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