Después de 9 meses de competición el Real
Madrid vuelve a jugarse la temporada a un partido. No es la primera vez, ya lo
hizo en la final de Lisboa, dónde Ancelotti se jugaba el puesto y el Madrid la
temporada en tan sólo 90 minutos. Y es que en el club blanco empieza a ser un
ritual que las temporadas acaben lanzándose una moneda al aire, en un cara o
cruz lleno de riesgos pero que como en Lisboa ya le ha dado más de una alegría.
En esta ocasión la nueva víctima o el nuevo
héroe de la ruleta blanca será Zinedine Zidane. Como quién va al casino con un
buen fajo de billetes debajo del brazo, sabiendo que se lo jugará todo en una
jugada, el francés afronta la final de la Champions con la ilusión de quién
puede tocar la gloria con los dedos y el miedo de quién sabe que lo puede
perder todo.
Nunca es un buen consejo jugarse los éxitos
al todo o nada, pero el Madrid, por aquello de que la costumbre acaba
enseñándote algo, se siente cómodo en estos juegos. Sus aficionados ya están
acostumbrados a ello y ya a nadie le sorprende que el Madrid habiendo perdido
la Liga y fuera de la Copa sea capaz de llegar a una final de la Champions League.
Sólo hace falta mirar al otro lado del río, y comprobar que el Barcelona sólo
ha ganado la Champions League cuando también ha ganado la Liga. Y es que la
supervivencia blanca, la capacidad de tirar adelante aunque las cosas no vengan
bien dadas, esta al alcance de muy pocos.
El Sábado, el Madrid volverá a jugarse la
temporada como si de una jugada del casino se tratara: doble o nada; Champions
o temporada en blanco; del Florentino quédate al Florentino dimisión. Como ya
pasó en Lisboa, el croupier de la partida será Simeone y los compañeros de mesa
irán vestidos de rojiblanco. Veremos si el Madrid es capaz de repetir la jugada
o se va con las manos vacías y la cabeza gacha. Que ruede la bolita.
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