Después de 10
años jugando en las categorías inferiores del F.C.Barcelona, David Babunski ha
dejado el club que lo ha visto crecer. Los malos resultados del filial han
propiciado una revolución dentro del equipo que han acabado con la etapa de
muchos jugadores que llevaban toda una vida en el club azulgrana.
¡Hasta pronto, Barça!
Un Crit Valent
“Siempre reflexiono sobre las experiencias que vivo. Y sin duda alguna,
la experiencia de completar un ciclo de más de diez años en el Fútbol Club
Barcelona es digna de ser reflexionada.
Mis seres más
cercanos conocen las razones de mi gran pasión por la escritura. Una de las
principales, es que a diferencia del rectángulo verde del terreno de juego,
sobre el rectángulo blanco de una hoja, siento que no tengo límites algunos,
excepto aquellos que yo mismo decida imponerme. Aquí mi alma puede expresarse
incondicionalmente.
No tengo 90 minutos en los que comprimir mis intenciones. No tengo
árbitros que juzguen de correctos o incorrectos mis actos, ni una posición fijada
en el territorio desde la cual, restringido, deba cumplir mis funciones y
llevar a cabo los objetivos planteados. No tengo órdenes que me indiquen como o
por donde tengo que desplazarme. No tengo tácticas específicas, ni reglas, ni
ruidos, ni miedos a fallar, ni dependencias externas, ni cientos de ojos a los
que satisfacer. Estoy solo conmigo mismo, con los pros y los contras que eso
conlleva, disfrutando del verdadero sabor de la libertad.
Respecto a los numerosos mensajes de connotación dramática que he
recibido, desearía remarcar firmemente que salir del Barça no es ningún drama,
ni lástima, ni pena, ni fracaso alguno, ni la más diminuta causa de tristeza.
Salir por obligación de tu país, tener que abandonar tu hogar y tu familia por
la constante amenaza de bombas, llamas y disparos…eso si que es terrible. La
pobreza, la hambruna, la destrucción medioambiental: Todo eso si es un terrible
fracaso colectivo de TODOS nosotros. Una triste tragedia humana que da lástima,
pena, y además carece de nuestra empatía.
Recuerdo mi
llegada al Barça hace más de una década. Lo primero que tuve que hacer era
cortarme la melena que con 12 años llevaba colgando hasta la mitad de mi
espalda. Mantuve el cabello largo durante toda mi infancia; era algo que me
caracterizaba. Pero el requerimiento del club era tan serio que hasta que no lo
cumpliese, no jugaría.
Yo no entendía nada. ¿Qué tenía que ver mi pelo con el fútbol? Entonces
me explicaron que aquí no querían que los jugadores, sobretodo los más
pequeños, llamásemos la atención por nada más que no fuera nuestro fútbol. No
querían que los niños destacásemos por encima de los demás por lucimientos
extra-deportivos. Tampoco estaba permitido llevar pendientes, piercings,
tatuajes, peinados largos, teñidos o llamativos…
En definitiva, el conjunto de excepcionales profesionales que estaban a
nuestro servicio, además de enseñarnos a jugar a fútbol probablemente de la
mejor manera que existe en el planeta, también nos enseñaban a huir de la
farándula materialística y a ser buenas personas; educadas y honradas. Nos
ayudaban a cultivar valores como la humildad, el respeto, la cortesía, la
solidaridad, la unión, el compañerismo, la generosidad… Y sobre aquellos
comportamientos de jugadores que se desviaban de ésta trayectoria, se ejercía
un ejemplar criterio de re-orientación educacional.
Desde un primer instante y hasta el último día, me he ido desarrollando
en el Barça bajo el entendimiento de que para llevar éste escudo con orgullo y
honradez, más allá de cumplir con una serie de exigentes requisitos
futbolísticos, también implica representar un conjunto de valores humanos,
alinearse con un noble código de comportamiento y defender una manera
determinada y única de hacer las cosas:
Esa filosofía
tan especial con la que se ha construido ésta entidad y que tantos éxitos ha
traído a todos los niveles a lo largo de su historia.
Me marcho con la alegría de saber que mi fútbol ha sido etiquetado de
“ADN Barça”, y mi persona reconocida como ejemplo de los valores que integra y
fomenta la Masía. Siempre he intentado mantenerlos presentes en mi conducta aún
cuando sentía que ya no se les prestaba tanta atención ni se invertían tantos
esfuerzos en potenciarla.
En diez años he
podido experimentar cambios desde dentro del club. Para mi nunca será fracaso
que cualquier equipo del Barça no gane un partido o no conquiste un titulo,
pues eso forma parte de la naturaleza cíclica de ésta vida-unas veces ganas y
otras pierdes- aún que el Barça sigue siendo el Club que más victorias y conquistas
lleva regalándonos del mundo en los últimos años y sin duda lo seguirá haciendo
en el futuro.
Pero que desde fuera se haya cuestionado su esencia, que se haya puesto
en duda esa filosofía, debilitando la creencia en los valores que el Barça
encarna, eso si me ha dolido. Supongo que no será por casualidad. En ésta
sociedad la seducción del resultadismo inmediato es muy tentadora y cada vez
atrapa a más gente en su trampa. Y el no conseguir resultados inmediatos a
menudo nos conduce a una desesperación que acaba cegándonos y obligándonos a
cambiar nuestras formas, dejando muchas veces en un segundo plano nuestros
valores y principios esenciales.
En el mundo del
fútbol éstos mecanismos se desarrollan velozmente y las esencias se encuentran
en peligro de extinción. Quiero pensar que el Barça nunca ha caído en esas
trampas, y en el que caso de que lo haya hecho, que rápidamente recupere la
esencia, que no la pierda nunca de vista, que siga invirtiendo grandes
esfuerzos en protegerla, alimentarla y fortalecerla, no solo con vídeos o
imágenes y desde la superficialidad del marketing, sino en la verdadera
práctica cotidiana con todos los jugadores y miembros del club, como muchos
hemos experimentado formando parte de él.
Para los más pequeños y jóvenes…
En algún momento todos nos volvemos víctimas de la rutina y caemos
presos en la normalización del lugar en el que nos encontramos día tras día.
Pero de vez en cuando, alzad vuestra mirada desde cualquier parte de la Ciudad
Deportiva y clavarla durante unos segundos sobre el escudo que se alza en el
cielo de Sant Joan Despí: recordad donde estáis, lo privilegiados que sois y lo
que significa estar en el Barça.
Aprovechad ésta privilegiada posición, no para aumentar vuestros
seguidores en instagram y twitter, para comprar y lucir coches espectaculares,
comer gratis en restaurantes y presumir de la glorificación que ésta sociedad
os concederá. Sino para acumular experiencias únicas, mejorar como futbolistas
y sobretodo crecer como personas aprendiendo de los valores que aquí se
enseñan.
Ésta sociedad os tratará de forma diferente solo por que lleváis éste
escudo en el pecho. Intentar pensar qué es lo que podéis regalar vosotros a la
sociedad. Porque dar patadas a un balón no es razón suficiente por la que
debamos ser tratados de manera más especial que el resto de ciudadanos, pero
tal vez por ser personas de grandes valores sí. Y en el Barça éstos valores que
podéis extender sobre todas las otras áreas de la vida, se enseñan. Al menos a
mi me los enseñaron.
Para las chicas…
No calléis y
luchad por la completa igualdad de todo tipo de recursos, tratos, y atención
que recibe el sector masculino. Tenéis mi eterno apoyo! El fútbol tiene poder
para equilibrar la balanza entre hombres y mujeres en la sociedad.
Para los Grandes…
Gracias por ser los mejores, por tratarme como a uno más cada vez que
subía a entrenar con vosotros, por disolver y extender año tras año nuestra
concepción de los límites en el fútbol. Vuestra capacidad de influencia es
incalculable. Con muy poco podéis conmover e inspirar a millones de personas.
Ese gran poder puede ser utilizado para generar inmensos impactos tanto
negativos como positivos en el mundo. Por eso os animo a tomar conciencia y
responsabilidad de él. Os invito a bajar a las trincheras a veces, a participar
en los aspectos sociales y sensibilizaros con nuestra humanidad. Hay millones
de niños (la generación del futuro, con la que vuestros hijos crecerán) que
seguirán vuestro ejemplo. Es triste que los futbolistas seamos los héroes de la
sociedad, pero es la realidad. ¿Qué haremos al respecto?
El resultado final del cocktail de emociones, pensamientos y recuerdos
que ha desatado éste suceso en mi interior, es un repleto y profundo
sentimiento de gratitud: Hacia el Club, hacia todas las personas que he
conocido en él, y hacia la Vida. Salgo feliz e inmortalizado en busca de nuevos
caminos, retos, experiencias, conocimientos, propósitos!
Infinita Gratitud a todas las personas encargadas de cuidar nuestros
terrenos de juego, las que se encargan de mantener limpias nuestros vestuarios
e instalaciones y a las de seguridad, que a veces parece que pasan
desapercibidos como si fueran fantasmas. Son imprescindibles!
Infinita gratitud a todos los compañeros, entrenadores, físios, médicos,
utilleros que he tenido desde Infantil B hasta mi tercer año en el filial. Os
considero a todos vosotros maestros espirituales, pues de cada uno me he
llevado una enseñanza de vida.
Esto no es una carta de despedida. Pues en un futuro, si no es como
jugador será de la forma que sea, el Barça y yo volveremos a trabajar juntos en
el objetivo de construir un mundo mejor a través del Fútbol!
Visca el Barça.
Visca Catalunya”.
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