Corruptos en pelotas


En primer lugar, el equipo  Sin Balón os quiere pedir disculpas por la escasez de artículos de análisis y opinión que hemos publicado en los últimos días. El mundo del fútbol cambia con mucha rapidez, sin embargo, por circunstancias ajenas no hemos podido dedicar a Sinbalón todo el tiempo que se merece.

Nos han quedado por analizar los tropiezos del TataBarça, el momentazo del Atlético de Madrid o la solidez del Real Madrid. Tampoco hemos podido comentar lo que nos depararan las semifinales de la Champions League o la final de la Copa del Rey.

Por otro lado, para devolver el análisis al blog Sinbalón, hemos decidido publicar un artículo de reflexión que teníamos guardado para más adelante. Esperamos que os guste:

"El ex-presidente del Sevilla, José María del Nido, ingresaba en la cárcel el pasado 5 de marzo por un delito de prevaricación y malversación. Después de presentar múltiples recursos ante la justicia española para alargar el proceso judicial, y de no haber asumido su responsabilidad en ningún momento, el ex-presidente sevillista se vio obligado a ingresar en prisión. Su último intento de librar la cárcel fue organizar una recogida de firmas en el Sánchez Pizjuán antes de un partido del Sevilla. Por suerte, ganó el sentido común y los socios sevillistas no se dejaron engatusar por un hombre que debería haber entrado en prisión mucho antes. Ahora debemos confiar en que las matemáticas españolas sigan siendo las mismas que las universales y no rebajen su tiempo de condena.


Unos días más tarde Uli Hoeness, aun siendo presidente del Bayern de Munich, fue condenado por un delito de evasión fiscal. Había defraudado nada más y nada menos que 27,2 millones de euros. La sentencia no era firme y todavía se podía recurrir ante el Tribunal Federal de Alemania para alargar así el proceso judicial, siguiendo el “Del Nido style”. Pero no fue así: el ya expresidente del Bayern decidió que no hacía falta recurrir y asumió su culpa. Pidió perdón a su familia y a los socios del Bayern, reconociendo que había cometido un gran error. Dimitió e ingresará en la cárcel.



Ahora bien, por mucho que unos reaccionen con honra y dignidad, como en el caso de Uli Hoeness, y otros decidan evadir cualquier tipo de responsabilidad eternizando los procesos judiciales, no podemos obviar que el fútbol tiene un problema grave con la corrupción. Demasiados personajes de este pintoresco mundo han tenido problemas con la justicia, pero muy pocos han llegado a estar entre rejas. Los clubes son la excusa perfecta para encubrir las actividades de sus directivos, que usan este deporte para lucrar sus bolsillos.


Por desgracia, estos dos ejemplos tan recientes son sólo el reflejo de una realidad muy común en el mundo del balón. Sin embargo, a muy pocos les interesa denunciar un problema que salpica a demasiada gente de distintos poderes y estamentos. Y es que lo peor de la corrupción es acostumbrarse a ella.
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