En otra realidad

La Liga BBVA sufre este año un síndrome constante que le ha llevado a convertirse en una de las ligas europeas con menos asistencia a sus estadios. Lo que años anteriores era un problema vinculado a clubes específicos, como el Levante o el Getafe, se ha propagado entre casi todos los clubes de Primera División. No se ha salvado ni el Barcelona, que en medio de una campaña por ampliar el nuevo estadio, se encuentra con que no consigue llenar el actual. Sólo el Athletic Club de  Bilbao, el Atlético de Madrid y el Real Madrid  consiguen atraer un buen número de aficionados cada vez que juegan en sus estadios.

Además, esta dinámica ha ido más allá de los clubes. El pasado 5 de marzo se disputó en el Vicente Calderón un partido amistoso entre España e Italia en homenaje a Luis Aragonés y el día del partido quedaban mas de 20.000 entradas por vender. Al final, el estadio quedó medio lleno para los optimistas y medio vació para los pesimistas. Los programas deportivos hablaron de ello y debatieron sobre el tema. Entre todas las opiniones dos llamaban la atención. La primera, en Radio Marca, cuando antes del inicio del partido entre España e Italia, se decía que el trabajo hecho por los responsables de marketing  en el Vicente Calderón había sido muy malo. No habían sabido vender el partido como se debía y el estadio era el reflejo de su trabajo. En otro medio, Rac 1, un tertuliano del programa "Al primer toc", hablaba de la tendencia futura entorno a los estadios virtuales. Decía que los estadios deben ser cada vez más pequeños puesto que la gente es cada vez más acomodada y prefiere quedarse en sus casas viendo los partidos por la tele.

Pero, ¿de verdad es un problema que tiene que ver con la publicidad y la comodidad? Lo dudo. El partido del Barça contra el Almería en el Camp Nou tenía la entrada más barata a 35 euros. Ahora bien, era para verlo arriba de todo del estadio, donde diferenciar a Messi de Alexis esta sólo al alcance de una águila real. Hagamos cálculos: una familia de cinco personas pagaría unos 175 euros por ir a ver el partido. Con ese dinero también podrían comprar comida para un mes o ahorrar para unas vacaciones. Hoy en día, poder ir al fútbol, se ha convertido en algo que está al alcance de muy pocos.