Reprimenda en Mestalla

El pasado sábado a las 20h, Mestalla se despedía del equipo tras haber contemplado un 3-0 endosado a uno de los rivales más odiados, al otro equipo de la ciudad. A priori, el resultado es contundente, la victoria clara y el equipo mejoró. Sin embargo, Nuno Espírito Santo no durmió tranquilo esa noche. El estadio le abucheó y le demostró, una vez más, la animadversión creciente que existe hacia su persona. Y es que, para entender este nuevo problema en el seno del club, hay que mirar a la persona de Nuno, no al entrenador. En Mestalla se critican algunas decisiones técnicas de Nuno, pero sobre todo se le tiene una antipatía personal profundamente arraigada que difícilmente arreglará por buenos que sean los resultados. Además, un inicio de liga titubeante, donde tanto juego como resultados no han acompañado al equipo, ha dado más motivos a las gargantas valencianistas para silbar como hacía tiempo que no se hacía. Veamos las principales razones de la inquina de la hinchada che hacia el técnico portugués.

Motivos personales
Ya el inicio de la relación Valencia-Nuno no fue el mejor para que surgiera afecto entre afición y entrenador. El Valencia, recién adquirido por Meriton, la compañía matriz de Peter Lim, despidió a instancias del nuevo dueño al por entonces entrenador che Juan Antonio Pizzi, para contratar a un desconocido Nuno Espírito Santo, entrenador del Río Ave, un media tabla portugués que llegó a la final de las dos copas nacionales, aunque no las ganó. Esta decisión fue especialmente controvertida por la sintonía que la afición sentía con el entrenador. Pizzi, a pesar de no haber hecho la mejor campaña de los últimos años y de algunos errores técnicos, como echar el equipo atrás con los cambios en la semifinal de Europa League (decisión técnica que costaría la eliminación, con el gol de M’bia en el minuto 93) había despertado una gran simpatía entre la hinchada. Su dedicación, su pasión por el fútbol y su filosofía de trabajo duro conquistó a una exigente afición, que es capaz de perdonar cualquier error si sienten que el entrenador está en armonía con su manera de pensar. El esfuerzo y la entrega del cuerpo técnico de Pizzi fue agradecido por Mestalla y se hizo muy querido en apenas unos meses. Además, tenía contrato para algunas temporadas más y la gente estaba deseando ver qué era capaz de hacer el entrenador argentino con un buen equipo como el que se estaba montando. Pero de improviso, le dieron la patada. Salió por la puerta de atrás, sin malas palabras para el club ni la afición aunque contrariado por la súbita decisión, como contrariados se hallaban los valencianistas. Y entró Nuno en escena, entrenador de Jorge Mendes, con quien el magnate asiático mantiene una firme amistad.

Como decíamos, no es el mejor inicio para encariñarse con alguien. No obstante, la afición pensaba en dar una oportunidad a un técnico ambicioso que, al fin y al cabo, buscaba ascender en su carrera y no tenía culpa de la destitución del anterior entrenador. El año fue bueno, pero estuvo teñido de dudas. João Pereira, durante años lateral derecho indiscutible del equipo y que ese mismo verano abandonó la representación de Jorge Mendes, fue condenado al ostracismo por Nuno, dejando de ser convocado de repente y viendo todos los partidos desde la grada. El entrenador, cada vez que en rueda de prensa le preguntaban, destacaba que João no tenía nivel futbolístico, y que tanto Barragán como un jovencísimo Cancelo, como los chavales del filial estaban mejor deportivamente. Una excusa que nunca cuajó, y más cuando Pereira era otro de los queridos por la hinchada, porque siempre había demostrado mucha entrega y trabajo duro, además de una cierta calidad. El jugador nunca dijo nada malo hacia el equipo en la prensa y celebraba las victorias con todos en el vestuario, pese a la marginación a la que estaba sometido. En enero, el lateral portugués fue traspasado y dio las gracias al club y la afición. Otro tanto negativo en la cuenta del técnico.

Pero el plato fuerte llegó este verano. Tras incontables esfuerzos de la secretaría técnica, liderada por Rufete, por hacerse con los servicios de Gianneli Imbula, el fichaje se dinamitó con la noticia (inesperada para Rufete y Salvo) del fichaje de Rodrigo Caio por el Valencia por 15 millones. Brasileño, desconocido, un año lesionado, en la cartera de Mendes. Y lo peor de todo, a espaldas de la directiva y la dirección técnica. Finalmente, el fichaje no se acometió por el consejo de varios médicos, entre ellos el célebre doctor Cugat de Barcelona, pero el daño estaba hecho. Se había plantado la semilla de la discordia y germinó una zarza espinosa que hizo imposible la convivencia. Salvo y Rufete dimitieron, y con ellos el último contacto entre afición y club se perdió. A todo esto, el pobre futbolista, tras ser ofrecido a varios equipos en Europa y haber viajado con toda su ilusión por hacerse un nombre en el futbol europeo, fue descartado por todos y enfiló el camino de vuelta a su club. Tras este episodio, Nuno, a quien se achaca querer convertirse en mánager total del equipo (encargado de fichajes, sueldos y trabajo técnico) y de quien se sospecha estar detrás de este fichaje, pidiéndoselo directamente a Peter Lim, perdió la poca afinidad que le quedaba con la afición. Fue segada de un hachazo. Recientemente, se ha dado otro triste capítulo en esta historia. Negredo fue preguntado por si jugaba demasiado lejos del área para explicar su falta de gol, a lo cual contestó con titubeos que quizás sí, pero que sobre todo le torturaban sus propios errores, como los fallos que cometió contra el Bilbao. No fueron ni mucho menos unas declaraciones explosivas, sólo contestó a una pregunta de la prensa dando su opinión y resaltando la autocrítica. Sin embargo, el resultado fue el mismo. Desde entonces, ve los partidos del equipo desde la grada, otra vez con Nuno diciendo que es por razones deportivas (algo que encajaría más si Álvaro no hubiese sido titular en casi todos los partidos de esta temporada hasta entonces, y si se castigara igual a otros por su mal estado de forma). Este fin de semana se cantó en contra de Nuno y se demostró públicamente el apoyo a Negredo, quien, aunque no ha mostrado deportivamente su mejor versión, trabaja como el que más para revertir esta situación, y esto lo valora mucho Mestalla. Gran parte de la afición, pues, siente que el equipo es comandado por un entrenador egoísta, traicionero, rencoroso, amiguista, sin autocrítica y ególatra. La relación está totalmente rota. Nuno no cae bien en Mestalla y la afición no tiene pelos en la lengua.

Motivos deportivos
No tan graves como los personales, también hay diversas razones de índole deportiva que complementan a las anteriormente mencionadas. El año pasado, como ya hemos dicho, fue bueno. El equipo se clasificó para Champions League, hizo una gran puntuación en Liga (77 puntos) y arrolló a muchos rivales. Sin embargo, ahí estaba el gran pero de Nuno. Era un entrenador muy resultadista, pero el juego nunca llegó a convencer. Partidos que se ganaban 3-0 daban la sensación de haber merecido la derrota, tramos enteros de partidos en que no se conectaban tres pases seguidos con poco control de la pelota en momentos importantes. También escamó el hecho de que la delantera se quedara en unos números ridículos, dato que quedó camuflado porque las otras líneas, la defensa y en especial la media, marcaron una buena cantidad de tantos. Sin embargo, entre Negredo, que ha marcado un porrón de goles en todos los equipos en que ha estado, Rodrigo, que era el delantero objetivo de un exitoso Benfica, y Alcácer, que explotó con Pizzi, marcando 14 tantos en medio año y que marca cada vez que es convocado con la roja, apenas pasaron de 20 goles. Entre los tres. Un dato que evidencia una clara desconexión entre la media y la delantera. La afición piensa que un delantero puede tener un mal año, o que quizá Negredo pueda estar mayor… pero es difícil de creer que los tres estén fallando tanto a nivel individual. El tema de los delanteros certifica que Nuno no encuentra la manera de crear juego de manera efectiva. Por contra, el entrenador portugués certifica una solvencia defensiva envidiable, recibiendo menos de un gol por partido, algo que hacía muchos años que no se veía (habría que remontarse a la época Benítez). Sin embargo, a nadie le gusta tener delanteros que no marquen, que pierdan confianza y jueguen cada vez peor. La petición expresa de Filipe Augusto, que en pocos partidos dejó claro que su nivel estaba muy por debajo del exigido en un futbolista del Valencia, y las pocas oportunidades que recibió Rodrigo De Paul, quizás el diamante en bruto más brillante hoy día del Valencia, fueron otras de las dudas que corroyeron a la afición, además de la temprana y chapucera eliminación en Copa.

Este segundo año de la era Nuno ha empezado, al igual que en el tema personal, peor que la campaña pasada. Las primeras jornadas, el equipo jugó con hasta 6 suplentes en el once, dejándose un reguero de puntos ante rivales teóricamente inferiores como Betis, Rayo, Deportivo o Espanyol. Auténticas revoluciones, que no rotaciones, que se hicieron además en jornadas en que el calendario no apretaba, y donde se metía a la fuerza a todos los jóvenes que se han fichado este año, Danilo Barbosa, Santi Mina, Aderlan Santos, Ryan, ninguno de los cuales han cuajado todavía. Por supuesto, todos ellos pertenecen al conocido agente portugués. Lo deportivo se mezcla con lo personal, y la gente se cansa de ver que Barbosa, sólo por ser de la cartera de Mendes, ha tenido ya en unos meses más oportunidades que De Paul en año y medio. Además, lo que el año pasado eran desconexiones temporales y malos tramos de juego ha convergido este año hacia partidos enteros en que no se juega a nada, como contra el Espanyol o el Atlético, partidos especialmente rememorados por la incapacidad del equipo de generar ocasiones, incluso de conectar varios pases en su propio campo, durante los 90 minutos. Este año, todos los rivales de nivel similar han barrido al Valencia (Atlético, Bilbao, Zenit) y los inferiores han generado bastantes dudas y problemas. Para demostrar esto, se puede ir a la crónica en Marca del Valencia-Levante de este sábado y buscar el comentario mejor valorado por los usuarios: se trata de un aficionado malaguista que afirma que es el resultado más engañoso que ha visto en años, y que no le extraña que la afición che no esté contenta con el juego de su equipo.

Todos estos motivos pues, con un peso extra los personales, explican la animadversión de la hinchada che hacia su entrenador. No obstante, la afición sabe que difícilmente el portugués hará las maletas, ya que cuenta con el apoyo de Peter Lim y de, más importante aún (tristemente), Jorge Mendes. 



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